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27/9/09

Alterando el altar de Loarre

Así empieza, como tantas veces, en una gasolinera. Si es la gasolinera de siempre, es fácil encontrarse allí con los de siempre.


por ejemplo, Jose Antonio iba a dar una vuelta a su aire, pero afortunadamente cambia de opinión y decide acompañarnos también. Viene detrás de mi y viene todo el rato de pie!!.

Otra de las ventajas de esta tierra es que a pocos kilómetros puedes enfilar secundarias. Ésta pasa por Puendeluna, donde vi el zorro.

Grogue va de estreno. Tendría ocasión de probarla a fondo más adelante, en las fantásticas curvitas del Jabalí, buen sitio para almorzar bajo un emparrado al aire libre viendo pasar más y más motos.

Algunos se perdieron después de esas curvas, otros volvieron a casa precipitadamente, otros nos encontraron en ese momento... el convoy variable en número a cada momento, pero es lo que tiene verse en la carretera y compartir gasolineras: en esta tierra ruedan mucho!

Al final llegamos al Castillo de Loarre. Realmente impresionante. Uno de los habitantes:

El castillo está muy bien conservado. Creo que junto con el de Peracense son mis dos favoritos.

Y las vistas son, igual que en el poblado de Azaila, vastísimas.

Falta la descripción de la gente que se quedaba fuera de la ermita escuchando los cantos gregorianos que añadían gravedad al sacrificio.
Y seguimos, seguimos rodando...

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