
Nuestro anfitrión cuenta un montón de anécdotas. La maquinaria de los proyectores Ossa llevaba una pieza clave muy fácil de recordar: La cruz de malta.




Como buenos moteros, cuando llegamos a casa no nos probamos ropitas sino motos. Sobre todo si se trata de ésta, con nombre y apellidos. Ella sola ya forma un museo.
Y dijo el Oso grande:- Esta moto me queda pequeña!


Y dijo lisitos de ébano: - ...

Cerca del museo estaba ésta que no me extraña que nos mirara con esa cara de pasmá, yo también lo hago!!

No hay comentarios:
Publicar un comentario