Ver El ultimo trashumante en un mapa más grandePara celebrar la primavera pido carreteras inundadas por la naturaleza, así que partimos hacia el norte por la Sierra de Luna. Romántico nombre para esta simpática carreterita cuyas curvas, aún con grietas y gravilla, son deliciosas.


Compramos pan en Luesia, donde dicen que el más tonto hace relojes :) Pan de las dimensiones acostumbradas en esta zona. PAN.



Seguimos rutilla hacia Ruesta, gran sede! Una de esas ruinas cercanas en el tiempo. pero por esa misma razón, cada vez se puede uno adentrar menos en el pueblo.



Desde que salimos, el sol se va quedando atrapado por las nubes, y llegando a Ruesta, los remolinos que se forman en el cielo anuncian que se está formando unaaaaaa.....

Y nos intentamos escapar hacia Marte, alejándonos de la tormenta.

Era fascinante observar cómo se formaba DESDE LEJOS!.

Cuanto más lejos menos tormenta, claro.

En el Pantano de Yesa, culpable de la ruinosa belleza de Ruesta, el agua tiene dos colores.

Luego pasamos por el paisaje de marte porque la vez anterior no hice foto. Esta vez me jarté. Dimos dos veces la vuelta en la carretera.


En la vertiente opuesta a Ruesta ( :P ) "de Artieda a Miános ibámos y veniámos en una mula que teniámos" - lo dicen por allí.



Y este cartel dice: Pesca intensiva... qué se pesca en un trigal?



Rebasamos todos los pueblos hasta llegar al río Aragón, que da nombre a la comunidad de...

Y en el puente sobre el rio, el único camión con remolque que circula el sábado nos pilla con el ranchito montado: las motos por el medio, los cascos allí, nosotros más lejos,... y si os fijáis, la anchura de las aceritas, comprendréis el decojone de los cuatro: nosotros y los 2 del camión, mientras maniobramos para apartar las motos.


El rebaño pace en esos momentos en uno de esos lugares de acceso secreto sólo conocido por los propios trashumantes y desde luego no asfaltados, a las afueras de Biescas. No sólo lleva ovejas.


Pero con el buche lleno de almuerzo provisto por los que saben lo que es bueno en esas ocasiones, ni frío ni ná de ná. ¡¡Cómo me gusta el adobo que hacen aquí!!

Nuestros anfitriones. La vida cerca de lo que está vivo es más placentera. También mucho más cercana a la muerte, de los dos corderitos que nacieron ayer, uno no ha llegado aún.

El rebaño, a razón de 20pico kms diarios, llegará a Formigal. Nosotros seguimos el mismo camino, pero claro, por diferente vía.





El embalse de Búbal es un Tirolillo.





Tiene dos ruedas, así que lo probamos. Es muy intuitivo, menos en las cuestas abajo. También había caballos.


Los entrantes mejor que el aperitivo y así in-crescendo hasta el postre. Todo sensacional.

Y nuestro atento camarero, Sebas, que se alegró mucho de posar para mis amigas moteras.

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