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18/7/11

El día de los carteles marrones

Desde Orihuela del Tremedal, donde despertamos, hasta Tramacastilla, donde dormimos esa noche, hay apenas 25 kms., pero claro, eso es por carretera, si incluyes pistas es otra cosa!

Ver Segunda parte, Inmersión en el Teruel profundo en un mapa más grande

Partimos de Orihuela por una carretera flanqueada por altos pinos entre agradables claroscuros.
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Antes de que me hubiera despertado del todo, ya me encontraba aquí metida por culpa de seguir uno de esos carteles marrones que descubrí en este viaje. Éste indicaba: Salinas:

Aquí fué donde dije que no quería seguir sin almorzar primero (qué menos!).
Y aquí dimos la vuelta.
 Tomamos camino hacia Griegos, pero un desvío antes nos encamina hacia un punto destacado en las alturas, las pistas de ski de fondo, el mirador y la torre forestal. Hulk no puede resistir la tentación y allá vamos otra vez hacia el cielo.
 
Saludamos a los colegas perrunos que encontramos en un bareto desierto al lado del aparcamiento -es que no había NADIE, ni el camarero- y admiramos el valle desde allí.
Dicen las leyendas que en algún lugar de este valle está escondido un toro de oro pero al no ver ningún reflejo del mismo a simple vista, lo dejamos estar. La pista sigue, pero decidimos volver a nuestra ruta, más que nada por no enredar tan temprano.
Y de nuevo, antes de llegar a Villar del Cobo nos desviamos hacia Guadalaviar, donde reponemos fuerzas y gastamos nada menos que 5 € en un par de birras y un plato con lomo, queso y jamón!!!. Además se puede visitar el museo de la trashumancia
Otra vez en la carretera nos tientan los recién descubiertos carteles marrones invitando a ver el nacimiento del río Guadalaviar, un Santuario y más cosillas.
Nos perdemos por las pistas aptas para todos los públicos y acabamos dando la vuelta a la Muela de San Juan y volviendo a la torre de vigilancia y el chiringuito con perros que ya habíamos visitado esa misma mañana!!!
De nuevo cruzamos el valle, los horizontes se hacen inmensos y se siente una muy pequeña.
Los cañones que forma el río Guadalaviar se recorren por una carreterita amable con muy buen firme y curvas amplias y peraltadas. Yo llevo la camiseta de Kosacos del Festival del inicio del viaje. De ahí la cara de circunstancia.
Como una alfombra mágica.
 Después de dejar los equipajes en la Posada de Santa Ana, desde cuyos balcones se ve todo el valle, volvemos sobre nuestros pasos para ver a dónde lleva una pista que hemos dejado atrás.
El cartel anunciaba "Barranco Hondo". Y efectivamente, una bajada de vértigo, desde luego muy profundo el agujero, nos lleva hasta aquí:
Visto desde el otro lado es más bucólico, con río, cascada, diversos animalillos revoloteando, reptando, arrastrándose o saltando, peces de más de un palmo de largo nadando,...
 Había libélulas de por lo menos tres colores diferentes. Cerca de aquí hay un Museo (perdón: centro de interpretación) entomológico, pero la verdad, preferimos el natural.
...y por encima de tanta belleza, el cielo que anuncia tormenta de la de poco rato y gotas gordas y yo no puedo evitar pensar un poco preocupada en la bajada que nos ha llevado hasta aquí, pero llena de barro y de subida!!
Mi buena estrella me acompaña y resulta que al final salir del agujero no fué tan dificil como yo esperaba y además, viendo que el cielo aguanta, nos metemos por otra pista, y otra, y ...

 .
...otra, como la que nos acaba acercando a Royuela - por sorpresa!- desde Torres de Albarracín, buscando una ermita. Yo todavía paso los charcos por donde menos cubre, y luego el asfalto se siente taaaan suavecito!
Momento importante: A ver dónde estamos y  por dónde aparecemos mañana.
Mientras estudiamos el mapa, alguien lava un coche delante de un magnífico arco árabe de siete piedras, de cuando Royuela era parte de la taifa de Albarracín, me cuenta mi mejor guía local.
Nos pasamos a ver la cascada en Calomarde y otro cartel marrón nos lleva por una pistilla de paseo (con farolas!!) a la fuente del Berro.
Luego vamos a hacer ECO!!! ECO!!! En Villar del Cobo. Y tarda un buen rato en repetirlo!! Hacía tiempo que no me reía así de nada, juas!! Al bajar descubrimos un campamento infantil acampado al otro lado... (cuidado con lo que gritas).
Vuelta a Tramacastilla a descansar. Un pequeño detalle de intrigantes inscripciones de un arco del pueblo. En el hotel, las golondrinas vuelan haciendo giros alrededor de los postes del balcón, y el cielo detrás, anunciando tormenta en el fondo del valle. Un lugar de leyendas.
Y es que rodar solo está muy bien, rodar con colegas es muy divertido, pero rodar sabiendo que al final del día dormirás acompañado, es inmejorable!!!


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