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7/3/11

Rodeando el Moncayo




Ver Otra vuelta al Moncayo en un mapa más grande

El plan es rodear el Moncayo, donde se fabrica el Cierzo, donde dicen que habitaron gigantes, del que dicen que es un gigante en sí mismo.

Viene un tigre con nosotros, por lo visto los de Triumph están demostrando su máquina.
La cara oculta del Moncayo, la que no vemos desde Zaragoza, es Soria. El asfalto está cruelmente dañado por las heladas. El entorno es solitario y a ratos encontramos nieve.
Dominio: es como define alguno de nosotros la forma de conducir de algunos, que se deslizan con sus máquinas por el pavimento aunque las condiciones de éste sean de lo más adverso. Desborda la mente ver cómo se alejan, pero hoy que vienen motos más tranquilas, prefiero acompasarme con ellas.


El viento, que no el frío, hace que el día resulte un poco desapacible para rodar, y en la primera parada para almorzar la sobremesa se alarga más de lo normal sin importarnos demasiado. Sobre todo para disfrutar de la charla de la estupenda compañía, pero también porque estamos en un pequeño bar, de un pequeño pueblo donde se puede fumar!!!

El grupo disminuye de nuevo en Pozuelo de Aragón. Nosotros seguimos haciendo pruebas con la cámara de a bordo. Desde luego, la técnica es mucho mejor que llevar la cámara colgada del cuello y permite no sólo evitar los golpes contra el depósito cuando tenía que soltarla antes de un imprevisto, sino que se puede fijar bastante eficientemente y cuadrar la escena resulta más fácil.


La Tiger se ha ido - su conductor con una sonrisa muy muy complacida. Es el segundo que conozco que me habla muy bien de ella después de probarla. Al fin y al cabo es Triumph. Como la Scrambler que también ha regresado antes a casa, también con sonrisilla dibujada.

Cerrando el círculo, llegamos al Monasterio de Veruela. Esta vez nos quedamos fuera charlando, y describiendo la ruta a uno que sintió envidia al escucharnos hablar de nuestra reciente experiencia, pero me acuerdo de las caritas del interior del claustro que nos miraban con ojitos. Algunos un tanto tenebrosos. Lo recomiendo muertamente.

Es volviendo a casa cuando el Moncayo sopla con todas sus fuerzas contra nosotros. Viene del costado izquierdo con tanta fuerza que las motos se inclinan visiblemente y me planteo qué va a pasar cuando alcancemos la siguiente curva hacia ese lado.
Nos vamos despidiendo en ruta, hasta que al final quedamos sólo tres, y como estamos en Zaragoza, resulta que somos casi vecinos! Y es que rodar es el camino y también son los colegas!!!

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