Nos despertamos a hora razonable, y después de un abundante desayuno en La Posada de Santa Ana partimos sin rumbo demasiado fijo.
Ver Segunda parte, Inmersión en el Teruel profundo en un mapa más grande
La primera escala es en el museo de máquinas de asedio en Albarracín. Réplicas en funcionamiento a tamaño real explicadas con toda la pasión del mundo guerrero por Rubén:
El truco está en la torsión de las cuerdas, mucho más fuerte que cualquier otra tensión.
El bosque de ródeno que atravesamos después se llama así tanto por las piedras, que parecen helado de fresa a medio derretir, como por los pinos, más espesos que los que habíamos dejado atrás. Y el firme: uniforme gris.
La iglesia fortificada de Jabaloyas. Un pueblo de frontera medieval.
Una casa. Un paseo por el pueblo te lleva a otras épocas y a un cierto ambiente brujeril.
Pasado Jabaloyas hay uno de esos carteles marrones que nos lleva al pico Jabalón. Allí hay otro vértice geodésico. Realmente se están convirtiendo, junto con los peirones, en puntos de referencia insospechados!
Éste se asienta en una explanada muy amplia que domina todo el valle. Aquí se celebraban aquelarres.
¿junto a la ermita?
La extensión es formidable.
Me dió rabia, que después de superar la pista tipo Jerónimo de Barranco Hondo (ya sabes, esas pistas cuesta abajo, que lo gritas al principio, te tiras y esperas que todo acabe bien), fuera en una mucho más asequible para mí, donde una pérdida de concentración hizo que la SciVia se tirara al suelo. Yo me quedé de pie.
Descansamos un rato en Tormón, donde comemos estupendamente una crema de pepino y pollo con mango preparado por Marta, que pincha una música muy buena en su bar - además te puedes quedar a dormir en su casa rural.
Con el buche lleno, porque además el postre era también elaborado con mucho mimo, el sol en el zénit y las corduras puestas porque las pistas me dan miedito sin protección, partimos hacia las minas abandonadas de azufre y los restos del pueblo minero , recorriendo el Valle del río Ebrón por una de esas carreteras peores que muchas pistas - por lo menos hasta Cuesta del Rato - pero con panorámicas preciosas.
Y justo cuando sentía mucha caló ocurre esto!!! Perfectamente refrigeradas y a falta de una cerveza para ser celestiales, una cueva vivienda de los mineros nos permitieron descansar de la abrasión exterior.
El barranco de Amenaderos, de tierras rojas y muy buena carretera. Estamos en el Rincón de Ademuz,, pero nos quedamos en Teruel, dirigiéndonos hacia Camarena de La Sierra.
Y nos aconsejan que vayamos a ver los alrededores, nos perdemos un rato por ellos y en esto llegamos a Camarena de la Sierra. Antes un pueblo sin bar, ahora un pueblo sin tabaco, así que nos acercamos a La Puebla de Valverde para poder fumarnos un cigarrillo en el pico Javalambre. Desde allí podíamos ver todas las estrellas, las luces de Teruel y de muchos pueblos más. Subiendo, una liebre asustada en medio de la carretera echa a correr hacia donde alumbran nuestras luces, y así hizo de Road Captain a bastante buena marcha y durante bastante rato!!!
Y manaña? Depende de lo que nos apetezca, que estamos de vacaciones y hay que aprovechar que sólo nos tenemos que guiar por las apetencias...
La primera escala es en el museo de máquinas de asedio en Albarracín. Réplicas en funcionamiento a tamaño real explicadas con toda la pasión del mundo guerrero por Rubén:
El truco está en la torsión de las cuerdas, mucho más fuerte que cualquier otra tensión.
Además de las palomas de la paz, hay palomas de guerra. También hubo perros mina en épocas más cercanas, como la segunda guerra mundial. Nadie se libra.
Una casa. Un paseo por el pueblo te lleva a otras épocas y a un cierto ambiente brujeril.
Pasado Jabaloyas hay uno de esos carteles marrones que nos lleva al pico Jabalón. Allí hay otro vértice geodésico. Realmente se están convirtiendo, junto con los peirones, en puntos de referencia insospechados!
Éste se asienta en una explanada muy amplia que domina todo el valle. Aquí se celebraban aquelarres.
¿junto a la ermita?
La extensión es formidable.
Y si hemos subido, tendremos que bajar
Y volviendo a Jabaloyas tomamos una pista que nos iba a llevar a Alobras, pero en algún lugar nos debimos equivocar, porque no tenía fín.
Descansamos un rato en Tormón, donde comemos estupendamente una crema de pepino y pollo con mango preparado por Marta, que pincha una música muy buena en su bar - además te puedes quedar a dormir en su casa rural.
Con el buche lleno, porque además el postre era también elaborado con mucho mimo, el sol en el zénit y las corduras puestas porque las pistas me dan miedito sin protección, partimos hacia las minas abandonadas de azufre y los restos del pueblo minero , recorriendo el Valle del río Ebrón por una de esas carreteras peores que muchas pistas - por lo menos hasta Cuesta del Rato - pero con panorámicas preciosas.
Y justo cuando sentía mucha caló ocurre esto!!! Perfectamente refrigeradas y a falta de una cerveza para ser celestiales, una cueva vivienda de los mineros nos permitieron descansar de la abrasión exterior.
Corduras fuera, continuamos por lo negro, a pelo.
El barranco de Amenaderos, de tierras rojas y muy buena carretera. Estamos en el Rincón de Ademuz,, pero nos quedamos en Teruel, dirigiéndonos hacia Camarena de La Sierra.
En Riodeva, el único pueblo de España que conozco que no tiene bar, una mujer se dirige a Hulk en la fuente: - ¡Pero tenemos una iglesia bien gorda! ( y... un montón de huesos de dinosaurio )
- Y una fuente más buena a la sombra! -
Y manaña? Depende de lo que nos apetezca, que estamos de vacaciones y hay que aprovechar que sólo nos tenemos que guiar por las apetencias...
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