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22/8/10

Hasta Livorno es todo mar

Despertamos en el barco, claro. Esta es una pegatina que encuentro en la puerta del baño junto con otras pintadas de las que estamos acostumbrados a ver. Pues bien, en el resto del viaje no ví ninguna más.
Me llama también la atención que haya que reunirse en "la estación del monstruo" si hay problemas (ya, es una broma tonta, pero realmente hay poco que hacer a bordo)
El de la foto debió pasar mala noche, pero con el calor del sol al final resultó que no era un cadáver, como creíamos a primera vista.
Durante este viaje, igual que en el ferry que nos trajo de vuelta de Marruecos, vemos cachalotes, delfines, medusas (no tan grandes como en aquella ocasión) y Hulk ve un tiburón.


Por fín parece que llegamos a tierra, pero según nos vamos acercando vemos que no es más que una pequeña isla. Buscamos en el mapa: no sale. Buscamos en el GPS del móvil: no sale. Después nos enteramos de que es la Isla presidio de la Gorgona.
El puerto de Livorno es impresionante, desde que entramos hasta que el barco atraca pasan más de dos horas de grúas, distintos tipos de embarcaciones: de pesca, de bomberos, de carga, de emergencias, maquinaria con varias funciones en los muelles,...
Infinidad de grúas, torretas, centros de almacenaje... es como una ciudad por sí solo.

Ahora, todos los pasajeros están haciendo fotos en cubierta, pero el que más grita y da la nota es un alemán con el torso desnudo. No puedo evitar dirigir la mirada hacia él y me doy cuenta de que... lleva una ikurriña tatuada en la nuca junto con un emblema de Bandidos y otros varios. Suponemos automáticamente que fue una mala noche en San Fermín!!!.
Las dimensiones de los contenedores son brutales, se sueldan entre sí para mantenerlos juntos en el carguero.
Después de la calma infinita del barco rodeado de horizonte por todas parte, pisar el suelo con las motos, salir del laberinto portuario, encontrarse con el enjambre de scooters típico italiano produce un poco de stress que aliviamos con un par de birras ( a 6€ cada una!! más caras que en el barco!) antes de ir al hotel, donde Julián mejora lo que ya era estupendo.

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