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24/8/10

Stinica

La salida de Trieste hacia Eslovenia se nos hace muy complicada: sólo un cartel en el que había una pegatina de las de matrícula de coche nos da la pista. Y por fín llegamos a territorio extranjero de verdad. En Grado ya me había dado cuenta de que llevaba la cámara un poco rota: el objetivo no se despliega del todo y las fotos salen a veces movidas, pero lo importante es que estábamos allí!!!!.

Según nos cuentan, los italianos solían venir a estas carreteras a probar sus motos. Se llevaban los heridos a paladas en los ferrys de vuelta. hay muchas de estas señales, pero... quién se cae de la moto haciendo el pino como en el dibujo??
Tomamos la autopista hacia Rijeka y nos perdemos bastante en la circunvalación de Kozina, pero conseguimos llegar a Croacia, claro. El logotipo de la columna es el de la cerveza Bandidos (ver sección de birras)
Enseguida llegamos al mar. La primera lección de idiomas nos la había dado una chica en la gasolinera de Eslovenia. Aquí gracias se dice "koala" (la pronunciación varía según la zona: havala, vala), junto con "doberman" (dobardan - buenas tardes, hola) y "pibón" (piba o pibo - cerveza) es todo lo que necesitamos saber.


Voy tan impresionada con el paisaje que no puedo dejar de hacer fotos.
El asfalto es perfecto y está limpio y muy bien peraltado, las ruedas se pegan como si fuera velcro y las curvas se suceden a lo largo de toda la costa. Si vas haciendo contramanillar pareces un gato amasando :)
Éste ha sido un viaje de "los árboles impiden ver el bosque": era difícil hacer fotos sin que se interpusiera un árbol entre el mar y la cámara.
Hacemos un par de intentos de encontrar sitio para dormir, pero en esta época y cada vez más gracias a la publicidad que se le está haciendo, esta zona es altamente turística.
Decididamente es verdad: las islas que aparecen en el mapa se ven desde la costa. Están tan cerca que más parece la otra orilla de un río que el adriático.

No sólo el paisaje, sino la carretera en sí es una gozada, además de todo lo que he dicho de ella, está perfectamente señalizada en cuanto a límite de velocidad, de forma que la conducción es suave y libre de imprevistos en ese sentido.
La indicación de la señal era la dirección para coger un ferry. Entre la carretera y el mar un pequeño pueblo llamado Stinica. Decidimos probar suerte con el alojamiento.
Nos quedamos en un pequeño apartamento muy económico en un lugar tranquilo en la falda de la montaña a pocos metros del mar. Las vistas son fenomenales. La luna llena es como una señal. Abajo, en el mar hay un chiringuito donde despedimos la noche.

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