Vámonos a Brasov! El cielo lleva varios días como en Irlanda: todo gris pero sin mojar. Me encantan los henares de por aquí. En esta foto hay una vaca.
Uno de los valles de los Cárpatos. En toda su plenitud.
Un sinfin de "serpentinas" nos esperaban en esta carretera con buen asfalto y aquí la gente no conducía despacio precisamente.
Y observamos un poco espeluznados cómo cruzaban las vacas la carretera, perseguidas por el pastor. 
Desde Campulung, Julian me iba avisando de los boquetes en la carretera, pero la verdad es que eran tan profundos que se veían muy bien. No se puede uno despistar un momentito, aunque tengas esos gigantes Cárpatos mirando.
Nos confundimos un poco - la carretera había sido intensa - y acabamos en Rasnov. Un lugar tranquilo, sus casas evocan un próspero pasado agrícola.
La plaza principal. Donde están las sombrillas cenaríamos más tarde (muy bien) con el estruendo del partido de fútbol Rumanía-Albania. morabito iba con el bando contrario,(tiene esa manía) pero cuando les dijimos que éramos españoles, le respetaron. El siguiente edificio a la izquierda de éste era nuestro hotel.
En Rasnov había tres iglesias de tres religiones diferentes. En la ortodoxa había una barbacoa fuera - parece que se lo pasan bien, los ortodoxos - pero su costumbre de poner el cristo crucificado fuera a mí me parece como una advertencia de lo que te pasará si entras. Cuestión de fe, supongo.
También hay un barrio "moderno" de los tiempos del Ceaucescu ese.
Durante el paseo nocturno asistimos a la preparación de una de estas celebraciones que son tan abundantes estos días, la gente está agrupada en la calle mientras colocan en la puerta las guirnaldas con globos y varios asistentes tocan el acordeón y otros cantan.
En lo alto, la Fortaleza de Rasnov. Íbamos a subir por la tarde, pero había que recorrer mucho trecho a pie y nosotros no somos precisamente infantería.
El hotel es un balneario reformado y las habitaciones se distribuyen en varias alturas. Nuestra habitación esta noche tiene el cuarto de baño más grande que he visto nunca, con unos alicatados muy originales, además.
Uno de los valles de los Cárpatos. En toda su plenitud.
Un sinfin de "serpentinas" nos esperaban en esta carretera con buen asfalto y aquí la gente no conducía despacio precisamente.
Y observamos un poco espeluznados cómo cruzaban las vacas la carretera, perseguidas por el pastor. 
Desde Campulung, Julian me iba avisando de los boquetes en la carretera, pero la verdad es que eran tan profundos que se veían muy bien. No se puede uno despistar un momentito, aunque tengas esos gigantes Cárpatos mirando.
Nos confundimos un poco - la carretera había sido intensa - y acabamos en Rasnov. Un lugar tranquilo, sus casas evocan un próspero pasado agrícola.
La plaza principal. Donde están las sombrillas cenaríamos más tarde (muy bien) con el estruendo del partido de fútbol Rumanía-Albania. morabito iba con el bando contrario,(tiene esa manía) pero cuando les dijimos que éramos españoles, le respetaron. El siguiente edificio a la izquierda de éste era nuestro hotel.
En Rasnov había tres iglesias de tres religiones diferentes. En la ortodoxa había una barbacoa fuera - parece que se lo pasan bien, los ortodoxos - pero su costumbre de poner el cristo crucificado fuera a mí me parece como una advertencia de lo que te pasará si entras. Cuestión de fe, supongo.
También hay un barrio "moderno" de los tiempos del Ceaucescu ese.
Durante el paseo nocturno asistimos a la preparación de una de estas celebraciones que son tan abundantes estos días, la gente está agrupada en la calle mientras colocan en la puerta las guirnaldas con globos y varios asistentes tocan el acordeón y otros cantan.
En lo alto, la Fortaleza de Rasnov. Íbamos a subir por la tarde, pero había que recorrer mucho trecho a pie y nosotros no somos precisamente infantería.
El hotel es un balneario reformado y las habitaciones se distribuyen en varias alturas. Nuestra habitación esta noche tiene el cuarto de baño más grande que he visto nunca, con unos alicatados muy originales, además.
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