Son 16 horas en el barco. Dormimos, y cuando no, Julián se esfuerza (y consigue) ponerme delfines, veleros, islas y entretenimientos similares en el horizonte.
El resto del tiempo: cubierta arriba, cubierta abajo, pasillo arriba, pasillo abajo y jugando al escondite.
Imrescindible en el baño del camarote: un abrebotellas?
Vino griego, excelente!
Tráfico bastante denso para carreterillas sin apenas arcén, pero bastante entretenidas a pesar de ser bastante rectas porque pasan por poblaciones diseminadas. Cayendo ya la noche, nos perdemos en Apiro, la cuna del folklore, según pone en el cartel de la entrada al pueblo. La temperatura baja a 10º desde los 28º que teníamos de día.
En este sitio, cruzando la calle de las termas, se cena delicioso. Si, espaguetti. claro. Pero también pato y jabalí salvaje.
- Italia es un pais estrecho - Concluye Julián cuando ya acomodados en el hotel comentamos que todos los caminos llevan a Roma. Y buenas noches!
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