Amanecemos en el balneario donde acabamos ayer (afortunadamente). Las motos nos esperan abajo cubiertas de más que rocío matinal.
La espesísima niebla casi había desaparecido cuando acabamos de desayunar. Además del monumental castillo, Genga es famoso por las Grutas de Frasassi, para los que les guste la espeleología.
Todavía no sabemos de dónde parte nuestro próximo barco hacia Barcelona, pero nos dirigimos hacia el oeste. Las carreteras discurren entre las lomas alfombradas de verde muy denso y el asfalto es bastante bueno.
La hora del segundo desayuno nos pilla en Perugia. Una sola vuelta motorizada por la ciudad y nos enamoramos de ella y decidimos conocerla mejor. El aparcamiento para motos es gratis y el hotel al lado, en pleno centro.
Así que nos quedamos a dormir. Además consultamos en Internet y nos enteramos de los horarios de ferris para mañana: será Civitavecchia y a las 24:00.
Al igual que ocurrió con Gubio a la ida, ahora me sorprende enormemente esta ciudad que no tiene nada que envidiar a las más conocidas de Italia. Cada rincón, cada calle es un monumento.
Julián, hazme una foto con el de Ana Belén!
Y ahora con el grifo!
Y ahora una con los dos! (JUAS) Es que todos los planos me parecen muy bonitos y siento debilidad por los animales metálicos con alas.
El hotel que elige Julián, céntrico, napoleónico y que permite subir con las motos hasta lo alto de la ciudad, igual que en Gubio.
La ciudad antigua ocupa una loma, y la ciudad "nueva" la de al lado. Muchas casas tienen entradas a dos niveles en fachadas opuestas. Curioso que esta vista está reflejada en alguno de los cuadros que después veríamos en el museo.
Dentro de la Galería Nacional de Perugia, que ha pasado junto con la ciudad a ser una de mis favoritas, no se pueden hacer fotos, pero merecen la pena algunos detalles, como:
- los Cristos datados de 1280-1300 que están crucificados pero en ademán de esquivar un toro.
- Santa Margarita de Antioquía con una cría de dragón adorable.
- La Anunciación de Tadeo Bartolo Siena (1362-1422) disparando pájaros a la Virgen.
- La Tavolette di San Bernardino (1473), en el tercer paño el santo aparece en una nube igualita que la de Goku.
Otro bicho alado de metal. Monumental. Todo muy Montesco y Capuletto.
Gran parte de las casas se elevan hasta cinco alturas bordeando estrechas calles y tendiendo contrafuertes entre ellas a distinto nivel.
Después de cenar, un paseo nocturno por la ciudad etrusca. Lo normal.
La noche la hace si cabe más bonita, las luces de las casas se reparten por las lomas cercanas.
La habitación de estilo napoleónico.
Mañana es otro de esos días en que podemos perdernos a placer: sólo nos separan algo más de 200kms de nuestro último destino en Italia. Ciao!
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