Cuando nos despertamos en nuestro hotel flotante estamos en Heraclion. Ha cambiado la hora y son las 7:00.
Hoy es 9 de septiembre y el objetivo principal de la Operación Minotauro está cumplido: a las 7 de la mañana nuestras gomas ruedan y se deslizan por asfalto cretense!! Nosotros: 10, Grip: 0.
Clavada brutal en el puerto, sin colirio ni nada: dos cafés + un croissant = 8€, la moneda europea. Pero se nos olvida enseguida y nos con impresionantes contraluces que reflejan la carretera como espejos y agarran lo mismo que el hielo, la isla nos da los buenos días.
Apoyas un pie en el suelo y puedes llevarlo arrastrando sin apenas desgastar la suela. Han conseguido un pavimento con coeficiente de rozamiento totalmente nulo. Eso si, reflejando con esta luz es taaaan bonito.
Hace bastante viento y la bruma muestra las montañas como solapadas con papel cebolla. Pasamos por la costera Sisi y cruzando el interior, por Neapoli. En las alforjas, además de las birras albanesas, el orujo casero y la botella de agua llevamos ahora parte del vino que cenamos anoche convirtiéndonos en completamente autónomos en lo que a beber se refiere.
La bajada hacia el Golfo de Elounda. Impresionante.
Patinando llegamos a Eloúnda, donde encontramos un coqueto apartamento sin problemas y dejamos el petate.Un pequeño paso une la península de Espinalonga con la propia Creta.
Aquí en Grecia, si uno quiere tomar una birra puede ir a un bar, pero también puede elegir tabernas y kantinas.
Volvemos a Plaka para comer.
Aunque es un poco pronto, por 35€ nos tomamos un mixed fish con ensalada griega. Sinceramente, a estas alturas el queso imprescindible en la ensalada griega empieza a sobrar un poco.
Pero por contra, las vistas del garito, la calidad y el servicio son realmente excepcionales. Abusamos de su hospitalidad para que nos guarden la moto mientras un velero nos acerca a la isla Spinalonga.
La isla y la península se llaman igual.
Fauna y flora local: una crisálida y la planta que parece de Marte.
Adornando las calles de Eloúnda.
El acogedor puerto.
Decidimos tomar un pez grande para cenar y resulta que por aquí es costumbre que los conozcas personalmente antes de comerlos. En la foto, el chef haciendo las presentaciones.
PD: Ya sé que he sido muy exagerada con las resbaladizas carreteras. Es la sangre andaluza, que no lo puedo evitar.
Clavada brutal en el puerto, sin colirio ni nada: dos cafés + un croissant = 8€, la moneda europea. Pero se nos olvida enseguida y nos con impresionantes contraluces que reflejan la carretera como espejos y agarran lo mismo que el hielo, la isla nos da los buenos días.
Son las 6 de la mañana. De los pocos coches que nos cruzamos más de uno hace chirriar las ruedas en la curva. No me puedo creer que el firme sea tan resbaladizo. Un poco más adelante, antes de Malia, la carretera serpentea por olivares, pero sigue siendo igual de deslizante.
Apoyas un pie en el suelo y puedes llevarlo arrastrando sin apenas desgastar la suela. Han conseguido un pavimento con coeficiente de rozamiento totalmente nulo. Eso si, reflejando con esta luz es taaaan bonito.
Hace bastante viento y la bruma muestra las montañas como solapadas con papel cebolla. Pasamos por la costera Sisi y cruzando el interior, por Neapoli. En las alforjas, además de las birras albanesas, el orujo casero y la botella de agua llevamos ahora parte del vino que cenamos anoche convirtiéndonos en completamente autónomos en lo que a beber se refiere.
La bajada hacia el Golfo de Elounda. Impresionante.
Patinando llegamos a Eloúnda, donde encontramos un coqueto apartamento sin problemas y dejamos el petate.Un pequeño paso une la península de Espinalonga con la propia Creta.
Aquí en Grecia, si uno quiere tomar una birra puede ir a un bar, pero también puede elegir tabernas y kantinas.
Volvemos a Plaka para comer.
Aunque es un poco pronto, por 35€ nos tomamos un mixed fish con ensalada griega. Sinceramente, a estas alturas el queso imprescindible en la ensalada griega empieza a sobrar un poco.
Pero por contra, las vistas del garito, la calidad y el servicio son realmente excepcionales. Abusamos de su hospitalidad para que nos guarden la moto mientras un velero nos acerca a la isla Spinalonga.
La isla lazareto de Spinalonga una terrible historia. De fortaleza veneciana más tarde ocupada por los turcos, pasó a ser la última leprosería de Europa.
La isla y la península se llaman igual.
Fauna y flora local: una crisálida y la planta que parece de Marte.
Adornando las calles de Eloúnda.
El acogedor puerto.
Decidimos tomar un pez grande para cenar y resulta que por aquí es costumbre que los conozcas personalmente antes de comerlos. En la foto, el chef haciendo las presentaciones.
PD: Ya sé que he sido muy exagerada con las resbaladizas carreteras. Es la sangre andaluza, que no lo puedo evitar.
1 comentario:
La verdad es que ese asfalto, tan pulido como el fondo de una bañera, pone los pelos de punta, sí.El más mínimo error y te vas al suelo como si estuvieras sobre hielo. V´sss.
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