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11/9/12

Pistas que ya no lo son: Arvi

Hay veces en que buscas una carretera en el mapa y te encuentras una pista cuando llegas, pero en Creta los mapas parecían ser más pesimistas que la realidad y eso le pasó a morabito, ansioso de probar sus tacos, cuando decidimos acercarnos a Arvi.

Parecido al Pirineo en lo que se refiere a valles paralelos, gran parte del suroeste de la isla está hendido por estas profundas gargantas (esta se llama "De la muerte").  La que bordeamos ayer por la tarde desemboca aquí, en el asentamiento minoico al lado del hotel, bueno y creo que debajo de él. Curioso que hasta aquí llega uno de los senderos de a pie, el E4 desde el Pirineo.

No echamos el cierzo de menos en absoluto. Aquí también sopla un montón, pero claro, se llama Eolo :P

Al cambiar de ladera una bofetada te recibe a la salida de la curva. En cuanto a la velocidad, no hace falta que pongan límites, cuando escuchas un par de derrapes de coches y la moto ha hecho eses por su cuenta, aminoras.

En uno de estos pueblecillos entro en una farmacia. Dentro tienen una escandalera importante, pero ni siquiera están discutiendo. Simplemente charlan afablemente. Pero qué volumen! Mediterráneo!

Las carreteras serpentean por toda la isla y también como serpientes brillan y resbalan. Que debe ser que el viento y la arena se encarga de pulirlas.

Un montón de plantas aromáticas crecen allí: orégano e hinojo es lo que más encontrábamos.

Llegamos a Voila, donde los jenízaros establecieron una fortaleza, y es que los turcos ocuparon la isla (como el resto de Grecia) durante muchos siglos.

No parece que estén muy excavados estos vestígios, hay tantos!. La gente de por aquí está a lo que está...vendimiando.

Trofeo de terracota.

Primero fué un asentamiento veneciano.

Y quién vive en esos bosques y cruza la carretera? Se ven comadrejas, las pobres, en las cunetas.

Es frecuente cruzarse con gente muy mayor muy cargada de cosas agrícolas.

Si no llegamos a ir por la costa habríamos pasado por Sikologos, toma patronímico!

Una tasca cerrada. - "Había ido de compras", nos dijo su marido inglés, después nos dió su versión de la crisis...

El monumento a los rehenes que asesinaron los nazis como represalia a las acciones partisanas en la isla durante la Segunda Guerra Mundial marca el desvío. Lo que debía ser un camino_cabras resulta una cinta adherente con serpentinas perfectas y desnivel de más de 45º en muchos tramos que conducía a una población más que profunda: Arvi.


Una parte del "sacacorchos" que nos lleva al pueblo.

El segundo bar del pueblo, al fondo del estrecho paseo marítimo directamente sobre el mar, está regentado por unas personas muy mayores y muy simpáticas que se empeñan en enseñarnos a contar en griego - te acuerdas de los lados de los polígonos y ya está! - y que cocinan de maravilla.

Frente a un puerto desmesurado para unos cuatro barcos pesqueros que sobreviven, que fué construído con fondos de la UE en una vorágine similar a la del Plan Ñ. está el único hotel, tampoco nos han pedido el pasaporte. Ya hace días que no vemos turistas.

Mientras comemos, el pescador, sentado a nuestras espaldas, desenreda los anzuelos que ha usado esa misma mañana. El menú lo componen los peces de especies locales (como salmonetes con menos espinas y unos bonitos dibujos de colores) que acaba de pescar y una ensalada: ni más ni menos.

La noche, estrellada sobre el Mar de Libia. Hacía mucho tiempo que no veía la Vía Láctea de forma tan nítida. Serena saber que sigue allí arriba.

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